Re-escribiendo una parte de esta historia, que el destino, desafiante, se atrevió a borrar, suspendiendo así la esencia y el sentir, hasta llegar a un punto de inflexión.
Con miedo sobre este umbral, que tantas veces nos ha acogido en su regazo, nos paramos, esperando un resplandor que indique eternidad... de la mano con la naturaleza propia de las cosas que nos forman como ser, fluctuando en 440, nos entrelazamos metro a metro en esta escalada invisible que es la realidad...
estamos dispuestos a la travesía de nuestra vida, en la cual el destino no es un lugar físico, sino espiritual, y concluimos en que tenemos miedo del porvenir, ese temor nos nubla la vista y los sentidos, pero aun así, el vestigio onírico que nos amalgama, es mas fuerte, que cualquier caída pasada, rompiendo así la cadena construida con lágrimas saladas y siendo libres en este juego...