Oye tú, musa de raíces sensibles,
tus colores emanan
el aroma de la incógnita indescifrable…
se transfiguran en
experiencia,
y en una servilleta de
blanca soledad,
trazas los sortilegios,
que el viento
te susurro al oído…
Oye tú, musa de corteza
inquebrantable,
de tus ojos siento fluir
un río
que desemboca en tus
mejillas…
Y tu otoño constante,
se convierte en primavera
de un segundo a otro.
Te escucho, sirena de lo
infinito,
tus cantos al destino y la
eternidad
al compás de tus colores,
resuenan en mí refugio de
montaña,
en mi interioridad…
Tú hestia, que con tu
juego
de manos entrelazadas…
Pasmaste tu historia,
corre por la verde colina
hasta el último sonido
hasta el último vibrar
de la campana…

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