martes, 8 de octubre de 2013

Quince minutos en presencia de la muerte



Cruce la puerta y una tenue luz oscureció el lugar, transformando todo dentro del mismo en un otoño constante. Se me apareció frente a mí una imagen mental, un árbol solitario sin hojas, envejecido por el tiempo y la soledad. Y ahí percibí que estaba en presencia de la muerte... Una muerte ya madura, pero aún inconclusa.
Estridentes sonidos indicando estados vitales, como el metrónomo al músico, indican el pulso… Ojos avellanados, cerrados por el propio peso de los párpados, y manos frías de irresistible realidad. Un letargo. Un letargo plagado de dualidades, dualidades de un viaje en que el aprendizaje es constante aún hasta en estado de inconciencia pura.
Y ahí pude sentir lo que es estar cerca de la línea que divide, el hoy de lo eterno, el ayer del recuerdo…, y el mañana del ren
acer para forjar en forma física este absurdo destino.

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